El olivo es todo un tesoro indisoluble a la realidad, identidad y a
las gentes de la provincia de Jaén. No sólo por su importancia
económica, sino porque ha generado, a lo largo de los siglos, una
cultura específica que tiene en este árbol y su fruto su razón de ser.
Es por eso que se puede hablar de una cultura del olivo, cuyos
ingredientes son los paisajes, cortijos, almazaras, fiestas populares,
etc.
Jaén, primera productora mundial de aceite de oliva, ofrece al
visitante el mejor escenario para la práctica del “oleoturismo”, a
través de una variada oferta relacionada con el olivar y el aceite:
museos, cortijos, almazaras, fiestas, ferias comerciales, etc.
El olivo es una especie arbórea originaria del Mediterráneo oriental
(Asia Menor), donde empezó a cultivarse, pero el alto valor de sus
producciones facilitó la expansión del olivo por todas las riberas
mediterráneas.
Como genuino árbol mediterráneo, el olivo está muy bien adaptado a
condiciones ambientales duras, tales como las sequías, las altas
temperaturas, o suelos pobres.
El olivo florece al final de la primavera (abril-mayo) y su fruto,
las aceitunas, se desarrollan durante todo el verano hasta su maduración
verde a comienzos del otoño (septiembre-octubre). Sigue a continuación
el cambio de color (envero), hasta completar su madurez fisiológica en
los primeros meses del invierno.
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