Si hay un producto entre las excelencias gastronómicas patrias que
destaca por encima de los demás en España, es el aceite de oliva. De
hecho, el país sigue siendo hoy por hoy la primera potencia mundial
productora y exportadora, con una superficie de olivar que ronda los 2,5
millones de hectáreas y una producción que se cierra este otoño como
una «campaña histórica». Y no es para menos, ya que el sector ha tenido
entre octubre de 2013 y septiembre de 2014 una producción que ha
alcanzado 1,78 millones de toneladas y unas ventas de 1,64 millones de
toneladas, de las que 1,11 millones se han destinado a la exportación,
tal y como confirma la Agencia de Información y Control Alimentarios
(AICA).
Según determinó la Interprofesional del Aceite de Oliva Español,
aunque el mercado nacional evoluciona de manera muy positiva, con unas
ventas de 530.500 toneladas, un 6,2% más que en la pasada campaña, ha
sido la demanda de otros países la que ha permitido dar salida a este
oro.
De este modo, las ventas en el exterior se han doblado en solo una
década al pasar de 550.981 toneladas en la campaña 2004-2005, a
1.100.000 de la campaña 2013-2014. A su vez, se ha diversificado la
cartera de clientes por todo el mundo. Según los datos de Aduanas,
España ha vendido aceites de oliva en 162 países, mientras que hace una
década se hacía en 127.
Los clientes, según destaca la interprofesional, muestran una gran
diversidad, desde Italia (con 471.305,91 toneladas en los primeros 11
meses de campaña) a Liechtenstein, el cliente más pequeño (10 kilos
vendidos).
Europa sigue siendo el principal destino, ya que hasta agosto se
registró el 76,02% del volumen de las exportaciones. Concretamente de 42
países, de los que los 27 que forman parte de la Unión Europa,
adquirieron el 74,23% de todo el producto exportado.
Por otro lado, América fue el destino del 13,05% de las exportaciones
entre enero y agosto, 33.300 toneladas y dentro del continente, Estados
Unidos es el primer cliente y el tercero en volumen en todo el mundo,
superando a países como Francia y el Reino Unido, mientras que unido a
los otros tres grandes mercados, Brasil, México y Colombia, acumulan más
del 92% de la demanda de aceites de oliva de origen español.
Asia, por su parte, ha comprado 81.189,67 toneladas en el mismo
período, el 7,95 por ciento de lo vendido en todo el mundo. Tres países
(Japón, China y Corea del Sur) superan la barrera de las 10.000
toneladas, de tal forma que en su conjunto acumulan el 66,12 por ciento
de todas ventas en es este continente.
Para el responsable de la Interprofesional, Pedro Barato, estos logros
«no son fruto de la casualidad sino que el sector lleva años trabajando
en la apertura de nuevos mercados, en incrementar la demanda y, sobre
todo, en reposicionar la imagen de nuestros aceites como los de mayor
calidad del mundo».
De hecho, una de las principales labores que está desarrollando la
Interprofesional del Aceite de Oliva Español es la promoción
internacional del producto en 13 países.
Arraigo cultural. El aceite de oliva es un producto con gran arraigo en la cultura gastronómica española desde hace miles de años.
Fueron los fenicios quienes dieron a conocer este producto a los
habitantes de la Península ibérica en el siglo XI a.C. y durante la
época romana el consumo de aceite de oliva se extendió rápidamente. De
esta manera, la provincia Bética, la actual Andalucía, se convirtió en
la principal zona productora de todo el imperio. Tras la caída de Roma,
el uso de aceite de oliva se mantuvo a través de los siglos hasta
nuestros días.
Los tipos de aceituna empleados en su producción son diversos, según la
zona geográfica. Son, precisamente, las características propias de este
fruto las que determinarán sus propiedades organolépticas de sabor y
aroma.
La más común es la picual o marteña, originaria de los campos de
cultivo de Jaén, y que representa el 50% de la producción española y un
20% de la mundial. En este caso, por ejemplo, aporta al aceite tonos
verdosos. Otras variedades comunes son la hojiblanca y picuda, materia
prima de los caldos que vienen de provincias del sur como Córdoba y
Málaga; la arbequina es más común en los campos de cultivo de Cataluña,
mientras que la empeltre es la más característica del aceite del bajo
Aragón. Otra más es la cornicabra, variedad habitual en Castilla-la
Mancha y Extremadura.
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